Cómo Juan Claro es un caballero esta vez no hubo ningún exabrupto en la cena anual de la SOFOFA. Con tranquilidad, mostró sus coincidencias con la macroeconomía gubernamental y señaló su preocupación por el estancamiento de la “ agenda pro-crecimiento”. El Presidente Lagos, a su turno, llamó la atención por el rol activo del gobierno en las negociaciones comerciales. Dijo con entusiasmo: hemos materializado un acuerdo con la Unión Europea; estamos a punto de cerrar un TLC con los Estados Unidos; y, de taquito, les ofrecemos un acuerdo comercial con Corea.
Cuándo la igualdad ha desaparecido de los discursos y el crecimiento no supera el 2%, el principal eje comunicacional de la Moneda parecen ser las negociaciones económicas internacionales. Lo que no está claro, sin embargo, es si estos acuerdos servirán para dinamizar nuestra economía y entregar empleos a los casi 600 mil desocupados o simplemente pasarán a los libros de historia para reconocer algún mérito al actual Presidente.
Pero, todo indica que es insuficiente la libertad y la apertura de mercados para que los empresarios se dediquen a invertir, producir y a exportar. Después de cinco años de desánimo, lo que se requiere es cambiar la política económica y modificar la estrategia de desarrollo. La primera, nos tiene agobiados con la regla del superávit estructural y la segunda se encuentra agotada.
Los grandes empresarios organizados en la SOFOFA revelan escasa imaginación con sus propuestas. En realidad, sólo ayudan a tensionar la situación social y política cuando exigen mayor “flexibilidad laboral” y menores impuestos, para recuperar las grandes utilidades que tuvieron en el período 1984-1997. Estas exigencias sobre la microeconomía no apuntan a lo principal sino a la ganancia de corto plazo.
Por su parte, el gobierno no quiere entender que se agotó la estrategia productiva-exportadora de recursos naturales y que se requiere fomentar nuevas actividades generadoras de bienes y servicios, con mayor valor agregado nacional, para reiniciar un ciclo virtuoso de inversión, crecimiento y empleo.
Asimismo, dado el fracaso de la política de baja de tasas de interés, al gobierno no le cabe más alternativa que animar el mercado interno con una política fiscal que estimule la inversión y el gasto, eliminando la rigidez de la actual regla fiscal.
En suma, los acuerdos comerciales que el Presidente destacó en la cena de la SOFOFA pueden ser completamente inútiles - incluido el taquito con Corea- para que los empresarios se decidan a invertir, producir y exportar si no se reconoce que nuestra debilidad radica en la política económica y en la estrategia de desarrollo vigente. La modificación de ambas es la condición indispensable para que los acuerdos comerciales no se conviertan en un autogol.
05-11-02
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