Al dejar el trabajo público, un número creciente de ministros, superintendentes de entidades reguladoras y otras autoridades de gobierno han aparecido en los directorios de empresas privadas transnacionales o nacionales. Los más connotados del último gobierno han sido Alvaro García en Inverlink, Solari en Alsacia, Mario Marcel en Transelec y en Aguas Metropolitanas, Jorge Rodríguez Grossi en Chiletabacos, Ximena Rincón en Provida y Jaime Estevez primero en Endesa y recientemente en el Banco Chile.
Parece que la renovación ideológica y política de los partidos de la Concertación, muy especialmente del socialismo, bajo la forma PS y PPD, se ha extendido a límites insospechados. Sirvió, en su momento, para refrescar el pensamiento y también ayudó a materializar el acuerdo nacional que permitió desestabilizar a la dictadura. Pero, con el transcurso de los años, esa renovación ha sido utilizada para justificar el tránsito abrupto de los políticos desde el mundo público a los negocios privados.
En efecto, los renovados (ultrarrenovados, diría Jorge Arrate) argumentan que el mercado y la globalización son realidades insoslayables y que no tienen fronteras ideológicas. De allí concluyen que nada debiera impedir ser ministro hoy día y mañana ejecutivo de una AFP para luego volver al “servicio público” porque, de acuerdo con Discepolo, “igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida”.
Caso paradigmático de esta renovación ha sido Jaime Estévez. Luego de finalizar su periodo como diputado del PS y haber sido derrotado en sus pretensiones senatoriales por Santiago-Oriente en 1997, fue reclutado para el directorio de Provida. Gracias al gobierno de Lagos, saltó al sector público como Presidente del Banco del Estado. A fines del año 2000, el Comité Ejecutivo de éste, conformado por Mena, Colodro y el mismo Estévez, decidió otorgar un préstamo de 130 millones de dólares al Grupo Luksic. Ello le permitió al Grupo controlar la propiedad del Banco Chile, lo que sirvió para fusionarlo con el Banco Edwards, también de su propiedad.
Este inusitado préstamo provocó una gran discusión nacional, con preguntas acuciantes: ¿Tenía racionalidad económica que el Banco del Estado prestara dinero a su propia competencia, favoreciendo además la concentración bancaria? ¿Tenía fundamento ético que el Banco del Estado utilizara los depósitos del sector público para apoyar al grupo económico más importante existente en Chile? ¿ Era lógico que el Banco del Estado utilizara los recursos de los más modestos ahorrantes de Chile para prestar a Luksic? ¿No es que los bancos públicos tienen por misión ayudar a las pequeñas y microempresas?
El gobierno de Lagos defendió la decisión de Estévez. También lo apoyó toda la clase política, con las excepciones manifiestas de Nelson Avila y Pablo Lorenzini. Se dijo en aquel momento que el Banco del Estado debía actuar en el sistema financiero en iguales términos que lo hacía la banca privada. El discurso oficial argumentó que era legal y legítimo financiar al Grupo Luksic. El Banco del Estado se había convertido en BancoEstado.
A partir de ese momento adquirió fuerza y sentido la campaña publicitaria que había impulsado el mismo Estévez, con el cambio de nombre y logo del banco público.
Al término del gobierno de Lagos, y después de haber pasado desde el BancoEstado a Ministro de Obras Públicas, Jaime Estévez fue incorporado al directorio de Endesa en representación de las AFP. En ese momento, los opositores a las centrales hidroeléctricas en Aysén manifestaron un vigoroso cuestionamiento a su nombramiento, inquietos porque la presencia de Estévez en el directorio de Endesa podría sesgar las decisiones públicas en favor de los proyectos de esta empresa.
Y, ahora, el 27 de marzo recién pasado, el mismo Estévez se unía a Hernán Bucci y Pablo Granifo como uno de los directores del Banco Chile en reemplazo de Fernando Cañas, Máximo Pacheco y Segismundo Schulin-Zeuthen.
La incorporación del ex Presidente del BancoEstado al directorio del Banco Chile no tiene nada de ilegal. Tampoco fue ilegal el préstamo que el Banco del Estado le otorgó hace siete años al grupo Luksic para que controlara el Banco Chile. Pero es incuestionable que en el ámbito ético y el político se precisa una reflexión. Y ésta comienza con una pregunta que debiera responder la clase política, la Concertación, el Parlamento y, en especial, el Partido Socialista: ¿Es ética y políticamente aceptable que Estévez aparezca en el directorio del Banco Chile, cuando en su condición de Presidente del Banco del Estado otorgara un préstamo al mismo Grupo que hoy lo incorpora a sus filas?
No se debiera olvidar que cuando los empresarios contratan a políticos profesionales y ex funcionarios de gobiernos, lo que están comprando son los contactos y la influencia que tienen en las instituciones públicas.
En momentos que la pasión por el dinero se infiltra por todas partes y corrompe a los espíritus frágiles y ambiciosos, la ética se encuentra a mal traer. Por ello resulta urgente redefinir la actual ley de incompatibilidades para las ex autoridades públicas, ya que hasta ahora se ha probado inútil Y, al mismo tiempo, es indispensable aprobar la legislación sobre el lobismo, todavía en trámite en el Senado, haciéndola lo más rigurosa posible.
Si no se realiza un esfuerzo serio por terminar con los vasos comunicantes entre lo público y los negocios privados la puerta giratoria aumentará su velocidad, se acentuará la fragilidad del sistema político y la influencia de los poderes fácticos se consolidará.
03-03-07
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