domingo, 26 de diciembre de 2010

SABIDURIA ELECTORAL

Después de un sistemático crecimiento electoral en los últimos quince años, la derecha se acerca a lo que fue antes de la dictadura: el tercio de los votantes. Los publicistas del mercado y de la posmodernidad casi nos convencieron de que los ciudadanos en el tiempo presente depositan su voto alejados de toda razón ideológica, de la misma forma como deciden la compra de papas en la feria. Sin embargo, los votantes todavía tienen motivaciones ideológicas y en la reciente decisión municipal han actuado con sabiduría castigando a la derecha por la responsabilidad que le cabe en el diseño y defensa de un modelo económico que favorece a una minoría y de un sistema político que impide la representación de todas las fuerzas políticas. 

Paralelamente, la alta votación de la izquierda extra-parlamentaria también castiga a la Concertación por su escasa voluntad política para atacar las condiciones de desigualdad y vulnerabilidad que afectan a la gran mayoría de los chilenos. 

En segundo lugar, la derrota de Schaulsohn puso de manifiesto el rechazo a la decisión cupular de la Concertación que impidió a Trivelli ser candidato a alcalde por Santiago. Los capitalinos no querían a un candidato que se ha caracterizado por su defensa del gran mundo empresarial, mientras se pronuncia por reprimir el comercio ambulante y utiliza el dinero como fundamento principal de su accionar político. 

Más allá de los desplantes publicitarios de Trivelli, que muchas veces limitan con la frivolidad, las encuestas y la voluntad ciudadana lo señalaban como seguro triunfador. Sin embargo, por sobre los intereses de la gente se impusieron los cálculos políticos de la dirigencia PPD y de Zaldivar. 

En tercer lugar, los buenos resultados de la Concertación se deben en gran parte a los esfuerzos realizados por Alvear y Bachelet, lo que confirma el momento de las mujeres para asumir las máximas tareas del país. 

No obstante, ellas todavía tendrán que probar su capacidad para reencantar a los dos millones de jóvenes que no se inscriben en los registros electorales, convencer a ese 10% de ciudadanos que vota nulo o blanco y dialogar con ese 10% de la izquierda extraparlamentaria. 

Para ello deberán tener la voluntad real para construir e impulsar un programa de gobierno que represente las reivindicaciones de los chilenos excluidos políticamente y de aquellos golpeados por el desempleo y la falta de oportunidades. Recuperar la credibilidad en este terreno no será fácil.

Finalmente, el freno a la caída de la Democracia Cristiana mostró la efectividad de la postura firme de Zaldivar frente a la corrupción y puso en evidencia que la critica al gobierno en temas fundamentales no debilita la autoridad de éste. 

En cambio, ni la buena imagen de la Michelle Bachelet impidió el estancamiento electoral del Partido Socialista. Ello revela la debilidad que ha tenido para representar a los sectores sociales más vulnerables y la falta de firmeza para impedir iniciativas gubernamentales que los afectan o para promover otras que los favorezcan como: el daño previsional de los empleados fiscales, la ley de pesca que perjudica a los artesanos, la escasez de becas para los universitarios pobres, una legislación laboral que no fomenta la negociación colectiva, el inaceptable costo crediticio de los pequeños empresarios, el incumplimiento con el aumento del montepío a las viudas, el carácter regresivo de las modificaciones impositivas. 

En suma, los electores han actuado con sabiduría, enviando señales en todas direcciones para que los políticos reaccionen frente a sus preocupaciones. Los que sepan acogerlas y procesarlas serán los llamados a dirigir los destinos de nuestro país y celebrar desde La Moneda el Bicentenario. 

03-11-04

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