sábado, 11 de diciembre de 2010

La Ética de Piñera

La ética de Piñera deja mucho que desear. Bien le haría aprender de Sócrates. Compró acciones de su propia empresa LAN con información privilegiada, conociendo previamente el estado de los balances. Eso no se hace y él lo sabe. Actuó sobre seguro, en despoblado, sin riesgo, eludiendo la competencia leal con resto de los mortales. Se olvidó o nunca ha conocido la responsabilidad social empresarial. Se ganó medio millón de dólares en veinte minutos mientras el resto de los accionistas confiaban en la transparencia del mercado. Es que a él le gusta mucho la plata, no tiene escrúpulos en los métodos para obtenerla y además le sirve para hacer política. Según la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) Piñera se debió haber abstenido de esta operación y con toda justicia lo multó. ¡Qué confianza le puede dar al país como Presidente si no tiene ética como empresario!

El candidato a Presidente de Renovación Nacional dice que actuó correctamente. Rebatió a la SVS utilizando dos argumentos sorprendentes. Primero, que la sanción nunca se había implementado antes, lo que constituiría prueba del carácter político de la misma. Segundo, que no apelaría a los Tribunales de Justicia porque ello lo colocaría en una polémica pública inconveniente durante el periodo electoral. La lógica indica, sin embargo, que la inexistencia de sanciones para delitos similares sólo prueba errores anteriores y no que Piñera estuviese en lo correcto. Al mismo tiempo, cuando el culpable no apela ante los tribunales demuestra que está convencido que perderá o que no le interesa defender su buen nombre, privilegiando la coyuntura política por sobre la trascendencia moral. 

Los argumentos de Piñera son frágiles y lo han colocado en mal pie frente al mundo empresarial, dentro de su propia coalición política y ante el sistema político. 

En Chile ha crecido el peso de aquellos que controlan la economía. Al fortalecerse el poder económico éste exige mayor autonomía respecto de las demás dimensiones de la vida, habiéndose instalado la idea que los grandes empresarios son intocables. 

La política y el Estado se debilitan y en vez de servir para compensar las desigualdades propias a los mercados se convierten en instrumentos de ampliación del poder económico. 

El sentido comunitario de nación se encuentra debilitado con la presencia de un Estado frágil, que ideológicamente se considera un estorbo. Por ello la sanción contra Piñera resulta tan importante. Reivindica el rol de la sociedad y del Estado frente a la impunidad de los poderosos y le coloca además una luz roja a la corrupción. 

A diferencia de lo que algunos piensan Piñera no es una alternativa culturalmente civilizada frente a la Concertación. Si bien criticó el aplastamiento de las libertades públicas durante la dictadura, su pasión irrefrenable por el dinero pone en duda su voluntad efectiva para separar la política de los negocios. Su candidatura se encuentra vinculada insoslayablemente al poder del dinero. 

Y las dudas se multiplican cuando el empresario, convertido en político, renuncia a someterse a los mismos patrones éticos de todos los chilenos.

10-07-07

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