sábado, 11 de diciembre de 2010

HALCÓN ENAMORADO

Paul Wolfowitz, el halcón de garras afiladas, el teórico de la “guerra preventiva”, el promotor de la invasión a Irak ha caído en desgracia. Y por corrupto. Bush impuso a Wolfowitz como presidente del Banco Mundial. Al hacerlo, poco después de la barbarie cometida en Irak, quiso mostrarle al mundo su decisión de imponer la voluntad imperial por sobre cualquier otra consideración. En su condición de presidente del Banco Mundial, el ex Subsecretario de Defensa de Bush, ordenó un aumento que duplicaba el salario de su novia y subalterna, Shaha Riza, antes de transferirla al Departamento de Estado estadounidense. Curiosa paradoja para el hombre que impulsó una campaña anticorrupción contra los países pobres y que utilizó precisamente ese argumento para suspender préstamos a Bangladesh, Kenia, El Chad y la India. 

Un editorial de Los Angeles Times dijo con razón que “si un presidente del Banco Mundial le hace favores a su novia no puede decirle a otros líderes, de manera convincente, que luchen contra la corrupción", mientras el New York Times señaló  "¿Qué diría el propio señor Wolfowitz si descubriera que un gobierno que recibe créditos del Banco Mundial dispusiera este tipo de beneficios a los amigos personales de su presidente?"

Sucede siempre lo mismo. La historia se repite majaderamente. Los fundamentalistas y los poderosos ven la paja en el ojo ajeno y creen que tienen inmunidad para cometer todo tipo de tropelías. 

Como ideólogo, Wolfowitz desarrolló la teoría que los Estados Unidos deben bloquear la emergencia de cualquier competidor potencial a su hegemonía económica, política y militar, y hay que frenar a países industrializados como Alemania y Japón. 

Por otra parte, abogó decididamente por la instauración de un nuevo régimen en Bagdad, después de haber lamentado que el ejército estadounidense no permaneciera en suelo iraquí para derrocar a Sadam Hussein, cuando la guerra con Kuwait, en época de Bush padre. 

Como segundo hombre a cargo del Pentágono, y en complicidad con Donald Rumfeld, el ex Ministro de Defensa y del VicePresidente, Dick Cheney, pudo convertir en realidad su teoría de la “guerra preventiva”, precisamente en Irak. Las teorías de Wolfowitz culminaron con la destrucción de Irak, con cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Sus teorías globalizaron la guerra santa de los musulmanes contra el Occidente industrializado. 

Todo ha terminado con el descrédito de Wolfowitz el que se ha encargador de minar la poca autoridad moral que le quedaba al Banco Mundial. Error de Bush y error de aquellos países que aceptaron su candidato para encabezar el banco Mundial, que en en 2005 aprobaron unánimemente su nominación. En ese momento no les importó su récord de belicista. Ahora deben sufrir los costos de tal nominación. 

Wolfowitz, al igual que Al Capone, cayó en desgracia por el delito menos grave. El delito más grave, el de lesa humanidad por los crímenes de guerra, todavía se encuentra pendiente.

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