viernes, 10 de diciembre de 2010

¿EN EL CAMINO DEL PRI?


Los chilenos exiliados en México disfrutaron de la generosidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La solidaridad fue manifiesta en puestos de trabajo, estudio para los jóvenes, apoyo a la causa antipinochetista. Sin embargo, nuestros compatriotas eran capaces de cuestionar el carácter antidemocrático de un Estado-Partido, que caracterizó por tantos años al México que institucionalizó la revolución de Villa y Zapata. Curiosamente, en nuestro país se han venido adoptado prácticas que nos asemejan al período de gobierno del PRI. 

La mentada renovación, utilizada como vigorosa consigna por dirigentes del PS-PPD, ha servido para asumir el pensamiento único, aceptar compromisos con los grupos económicos, hacer una política económica neoliberal y alejarse de las demandas de los humildes. 

Lamentablemente, la renovación no ha sido útil para democratizar la política y cuestionar las formas más perversas del poder. Se ha aprendido del PRI mexicano. A los tantos dolores y transacciones que el pueblo chileno debió sufrir para erradicar a la dictadura, se ha agregado ahora la verguenza de la corrupción y de los estilos propios de hacer política que caracterizaron, por largas décadas, al Partido-Estado en México. Barones y operadores de los partidos de la Concertación han utilizado los mismos procedimientos del PRI. 

Establecieron relaciones privilegiadas con los grupos económicos nacionales e internacionales para hacer y deshacer en los partidos. Gracias al control de dineros mal habidos han colocado dirigentes y parlamentarios afines a sus propios intereses, para asegurar sus posiciones personales en los círculos del poder.

Ahora que la Concertación se encuentra en una grave crisis, el propio Gobierno se encuentra tentado a cometer el error de persistir en las lógicas del PRI. En efecto, existen serias indicaciones que desde La Moneda se quiere digitar a las máximas autoridades del Partido Socialista y del PPD. Se le ha dicho a Gonzalo Martner que no debe ser candidato a la presidencia del PS y desde el Gobierno se le ofrece ese cargo a Insulza. 

La misma operación se practica con el PPD, en un intento de colocar en su dirección al senador Flores. La Moneda se equivoca al creer que con tales iniciativas se podrá asegurar una completa subordinación a las políticas gubernamentales y, de pasada, contrarrestar la independencia que ha adquirido Adolfo Zaldivar. 

En realidad, si las políticas son buenas y se cumple el programa de Gobierno no se necesita controlar a los dirigentes del PS y del PPD. Y, al mismo tiempo, ello no dificultará sino facilitará el diálogo con Zaldivar. El espacio de los partidos políticos debe mantener su autonomía respecto del Gobierno. Eso es sana política y ayuda a la democracia. 

Operar desde La Moneda, en vez de aceptar que fluyan democráticamente las decisiones internas en los partidos para elegir a los dirigentes del “sector progresista” de la Concertación acentuará su crisis. En el PS, la presidencia de Insulza conducirá a su inminente división. El talento del actual Ministro del Interior es insuficiente para contrarrestar el cansancio de las bases de ese partido a una nueva operación política, ésta vez proveniente de las alturas. 

La presencia de Flores en la presidencia del PPD tampoco ayudará a fortalecer a la Concertación, subordinándola ciegamente a las políticas gubernamentales. En ese partido, muchos militantes quedaron molestos con la senaturía de Flores en el norte, conquistada a golpe de circo y dinero. Difícilmente una presidencia de éste en el PPD se convertirá en un remanso de paz y lo más probable es que fortalezca a los descontentos con la expulsión del senador Ávila. 

La digitación desde el Gobierno para colocar dirigentes dóciles debilitará al campo progresista y favorecerá a la derecha. El cansancio de los militantes y de la ciudadanía es manifiesto con estas formas de hacer política. Ojalá el gobierno deje de verdad a las instituciones funcionar, permitiendole a los partidos de la Concertación elegir libremente a sus dirigentes. Persistir en la lógica del PRI puede profundizar la tragedia y convertirla en comedia. 

30-01-03

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