sábado, 25 de diciembre de 2010

DOS MUJERES Y LA ESPERANZA

Ahora el asunto va en serio. El triunfo de Soledad Alvear sobre Zaldivar ratifica la fuerza y perseverancia que ha mostrado a lo largo de su vida pública. Los duros enfrentamientos al interior de la DC y la polémica pública entre su Presidente y la ahora elegida precandidata nunca debilitaron su estilo respetuoso ni tampoco la llevaron al argumento demagógico. 

Michelle Bachelet sigue recogiendo un apoyo ciudadano sorprendente. Su naturalidad y calidez la acercan a los chilenos más modestos, los dolores que vivió durante la dictadura la identifican con la generación humillada por Pinochet y su trabajo a favor del reencuentro entre civiles y militares le otorgan el respeto de los jóvenes. 

Resulta curioso este liderazgo cuando nuestro país ha sido tan mezquino con las oportunidades que les ha brindado a sus mujeres. Algo muy distinto sucede hoy día. Creo que la identificación de la ciudadanía con estas dos mujeres expresa una demanda por cambios que hasta ahora no ha encontrado respuesta en los gobiernos de la Concertación. 

Los chilenos también se dieron cuenta que Lavín y la derecha no representan una real alternancia en el poder ni un cambio en favor de lo que les interesa. Pareciera que la ciudadanía percibe en Michelle y Soledad esa oportunidad para materializar demandas insatisfechas. 

La oportunidad que se les ha entregado a las precandidatas se convertirá en identificación plena sólo cuando se conozcan sus propuestas al país. Creo que hay dos demandas profundamente sentidas por los chilenos: el derecho ciudadano a participar plenamente del sistema político y la igualdad efectiva de oportunidades económico-sociales. 

La Constitución que impuso Pinochet ha impedido la participación de todos los partidos políticos existentes, cierra las puertas a la emergencia de nuevas fuerzas y genera desafección de los jóvenes, los que constatan que el sistema electoral binominal predetermina los resultados parlamentarios al favorecer sólo a los representantes previamente seleccionados por los dos grandes bloques políticos. 

Tampoco el sistema político ha ampliado los espacios de participación de la sociedad civil organizada. Por tanto, la ciudadanía ratificará su confianza en aquella mujer que comprometa en su campaña la aprobación de una Nueva Constitución que a lo menos termine con el binominalismo, incorpore el plebiscito como instrumento de ejercicio directo de la ciudadanía, permita la inscripción automática y favorezca la iniciativa popular y parlamentaria para proyectos de ley. 

Por otra parte, los gobiernos de la Concertación han otorgado prioridad al crecimiento por sobre la equidad, han privilegiado el rol de los grandes capitalistas por sobre los trabajadores y pequeños empresarios. 

La estrategia en curso ha resultado en una inédita concentración patrimonial, profundizando tanto las desigualdades salariales como las existentes en la educación, salud, previsión; no ha reducido la diferencias entre Santiago y las regiones; ha impedido a los pueblos originarios su progreso social y afirmación cultural; y, no ha asegurado debidamente la protección del medioambiente y de los recursos naturales. 

La candidata presidencial que garantice que el combate a las desigualdades se hará efectivo en sus cuatro años de gobierno recibirá el apoyo indiscutido de los trabajadores, pequeños empresarios, estudiantes universitarios pobres, jubilados y temporeras. Y éste es el apoyo que se necesita para ser Presidente de Chile. No el de los grandes empresarios, agentes de bolsa en Wall Street, lobbistas esclarecidos o economistas residentes en Estados Unidos. 

19-01-05

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