sábado, 25 de diciembre de 2010

Hacer las cosas bien

De ahora en adelante hacer las cosas a la chilena será hacer las cosas bien, dijo el Presidente Piñera, después del exitoso rescate de los mineros. Agregó que nada quedará rezagado ni se instalarán comisiones interminables. En medio de su entusiasmo instruyó a la Ministra del Trabajo que adelantara la propuesta de “nuevo trato” para los trabajadores, que fue anunciado en el homenaje a los mineros en La Moneda. Se lo merecen los trabajadores, tan maltratados por los gobiernos de la Concertación. 

Piñera está demostrando que la medida de lo posible en el “modelo chileno” es más amplia que lo que suponía la Concertación. Así ha sido con los mapuches, en la termoeléctrica de Punta Choros y en la iniciativa para la regulación bancaria, entre otros ámbitos. 

Ahora, si después del salvataje de los mineros el Presidente Piñera quiere seguir haciendo las cosas bien tendrá que probar, más allá del discurso y de la proyección comunicacional una firme voluntad política en el tema laboral. Porque este no es asunto fácil para su propio sector político ni para el mundo empresarial, cuya concepción sobre la “flexibilidad laboral” está firmemente atada a la precariedad de los contratos, incluida la inseguridad en los lugares de trabajo y el rechazo a la fiscalización pública. 

La derecha y sus economistas, por concepción, y los empresarios por intereses, son entusiastas de la autorregulación y reacios a los organismos de supervisión. 

El Presidente Piñera le dijo al país que su gobierno no permitiría nunca más la situación vivida en la mina San José y comprometió una firme fiscalización no sólo en la minería sino en todos los sectores productivos. Agregó que era imprescindible hacer efectivo el manual de buenas prácticas de la OCDE y, también, cambiar la cultura sobre trabajo, seguridad, higiene y estándares laborales. Su entusiasmo fue contagioso cuando señaló: “son más importantes los trabajadores que el cobre mismo”. Si ese discurso se lleva la práctica podremos decir que el original está resultando mejor que la copia. 

Una nueva propuesta laboral debiera apuntar al fortalecimiento de las organizaciones sindicales, que apenas alcanzan un 10% del total de la fuerza de trabajo. Con asalariados organizados y negociación colectiva ampliada se podrá asegurar no sólo los derechos económicos de los trabajadores sino la seguridad laboral en las empresas. 

Al mismo tiempo, hacer las cosas bien en el ámbito laboral obligará a multiplicar varias veces el número de supervisores para prevención de riesgos en SERNAGEOMIN y también en otras áreas de la vida económica. Porque los 16 inspectores para las 4.500 faenas que existen entre Arica y la Región Metropolitana constituyen una precariedad criminal, situación también presente en otras actividades productivas y de servicios. 

La escasa supervisión y precariedad laboral clama a gritos en las salmoneras, dónde muchas trabajadoras deben usar pañales por los escasos tiempos autorizados para orinar en un ambiente de humedad agobiante, como las profundidades de la mina San José. También, en retailer, farmacias y supermercados habrá que controlar esos salarios bajo el mínimo legal, que obligan a sus empleados a incrementar sus ingresos presionando indecorosamente a los clientes para que adquieran tarjetas de crédito usurarias, instrumento principal de ganancias de esas empresas. 

Finalmente, el Presidente quizás desconoce que en nuestro país se ha llegado al extremo de pagar por trabajar. En efecto, los supermercados han externalizado en empresas vergonzantes, dirigidas por yuppies de escasa ética, el servicio de jóvenes empacadores, quienes deben pagarles $ 500 por turno de tres horas a cambio de propinas inciertas de los clientes. 

Hacer las cosas bien en el mundo laboral debiera ser erradicar la precariedad laboral, garantizar la seguridad a los trabajadores y terminar con la indecencia de pagar por trabajar. 

15-10-10

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