Para algo ha servido ese ataque desenfrenado de los poderosos contra Gonzalo Martner: sus garras han quedado al descubierto. Se les toco el bolsillo y enloquecieron. Les molesta el royalty. Pero, lo que más les duele es la caída de su lobbista estrella, que tantos servicios ha prestado a los dueños de Chile. En su legítimo derecho, el Comité Central del Partido Socialista votó unánimemente la incompatibilidad entre ser militante y hacer lobby en favor de intereses empresariales. Se concretaba así la sentida reivindicación de terminar con esos perversos vasos comunicantes entre la política y los negocios. Decisión trascendente para el país cuando la opinión pública tiene tantas dudas sobre los intereses que mueven a los políticos.
Sin embargo, El Mercurio, La Tercera, la UDI, la SOFOFA, el Consejo Minero, los intelectuales al servicio de los grupos económicos y los amigos de Correa, montaron una campaña para descalificar a Martner y colocarlo como el peor de los autócratas. Martner sólo implementaba una decisión unánime de su Comité Central.
Desde que Enrique Correa dejó La Moneda y optó por el dinero, se moviliza por despachos gubernamentales, recorre los pasillos de los partidos y se reúne en oficinas empresariales, llevando y trayendo recados, para agilizar un decreto o cambiar alguna ley.
Allí es dónde el lobbismo de Correa se ha probado útil para aumentar las ganancias de los ejecutivos de IANSA, la CTC, ENDESA, Almacenes París.
Como en Chile los grandes empresarios tienen la mala costumbre de intervenir en política no resulta extraño que sus gremios e intelectuales a su servicio descalifiquen a Martner porque éste le fijó límites al accionar del lobbista.
Lamentablemente, colaboraron con esta campaña algunas altas autoridades de La Moneda, al rasgar vestiduras en favor del lobbista. También algunos parlamentarios del mismo partido de Martner lloraron la renuncia de Correa y se quejaron de falta de pluralismo, aunque mantuvieron silencio a la hora de la discusión del voto al interior del PS.
Las reacciones destempladas en torno a este tema le han hecho un nuevo favor a la confusión y al desprestigio de la política. Entre esas reacciones destaca la defensa que, en La Tercera, hace Oscar Garretón de su amigo de andares comunes.
Es bueno aclarar que el pluralismo y diversidad que efectivamente han caracterizado al socialismo chileno, y que utiliza Garretón en apoyo de Correa, se refieren a concepciones doctrinarias y a posturas frente a los grandes temas nacionales, pero no están allí para justificar la promoción de intereses empresariales a cambio de dinero, sirviéndose para ello de la actividad política.
Finalmente, en defensa de Correa se han utilizado otros dos malos argumentos, aunque impactantes. Se ha dicho que el PS mostraría su cara más ortodoxa con la decisión adoptada por su Comité Central y que ello le haría un flaco favor a la eventual candidata Bachelet. En realidad, el PS se muestra moderno y progresista cuando de manera categórica exige a su militancia separar la política de los negocios, ejemplo que debieran seguir el resto de los partidos para evitar que la corrupción que corroe a la clase política en muchos países de la región se extienda aún más en nuestro país.
Por otra parte, Michelle Bachelet sólo puede felicitarse de que los ciudadanos que la quieren en la presidencia valoren la decencia, separen la política de los intereses empresariales y que, en vez de promover los intereses de los ricos, estén del lado de la gente modesta.
26-07-04
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