sábado, 11 de diciembre de 2010

ELECCIONES SOCIALISTAS

El 18 de mayo se eligen las autoridades que dirigirán el Partido Socialista durante los próximos dos años. Su nuevo Presidente y autoridades tendrán una tarea muy difícil: recuperar la confianza de una militancia que se encuentra desencantada tanto por las propias debilidades de su Partido como por el incumplimiento del programa de “crecimiento con igualdad” que el Presidente Lagos le ofreció a la ciudadanía. 

En el plano orgánico, la decisión de sincerar el padrón de la militancia fracasó completamente. Con un refichaje inferior a las cinco mil personas se debió optar por llevar a cabo las próximas elecciones con inscritos que no hacen vida militante o que quizás han dejado de ser socialistas. 

Además de la desafección y de la incapacidad de gestión, el Partido Socialista ha perdido su fuerza en el seno de los movimientos sociales. Las organizaciones medioambientalistas, los luchadores en contra de la globalización, los movimientos indígenas, los pobladores, los jubilados, los exonerados, los pequeños empresarios, los estudiantes y los sindicalistas han perdido su confianza en los socialistas. 

No sólo porque éstos han limitado su participación en las organizaciones que han sido su base natural de trabajo y solidaridad, sino que además porque sus posiciones políticas se han alejado de las reivindicaciones de estos sectores de la sociedad chilena. 

La debilidad orgánica y la separación de los socialistas de los movimientos sociales no son casuales. Son consecuencia de una transformación ideológica y política, que se expresa de dos formas. Por una parte, dirigentes y figuras representativas del PS asumieron la ideología neoliberal, convencidos que la misma estrategia, política económica e instituciones que fundó la derecha debieran persistir e incluso ser profundizadas. Esto explica al mismo tiempo el surgimiento de vínculos estrechos entre destacados socialistas y el mundo de los grandes negocios. 

Para ser justos este es un fenómeno que cruza transversalmente a la Concertación y, por tanto, también se presenta en el PPD y en la Democracia Cristiana. 

Por otra parte, existen otros dirigentes, que sin haber asumido la ideología neoliberal, por debilidad o incapacidad no han podido ofrecer propuestas alternativas a la estrategia dominante y a sus políticas, renunciando con ello a la defensa de los sectores postergados de la sociedad. 

Ello explica que frente a la agenda pro-crecimiento, la ley de pesca, la flexibilidad laboral, la elección de Corbo cómo Presidente del Banco Central, hayan optado por mantener silencio o aceptar las políticas que favorecen al empresariado en desmedro de la mayoría nacional. 

Este comportamiento se ha racionalizado con la tesis de la lealtad ciega a las políticas gubernamentales, lo que ha debilitado el PS y no le ha hecho un gran favor al Presidente Lagos. En primer lugar, porque con esta postura los socialistas no han logrado superar el modesto contingente electoral del 11%; y, en segundo lugar, porque el gobierno ya no cuenta con una fuerza de izquierda, con capacidad de movilización y arraigo en la sociedad, que le haga contrapeso a los poderes formales y fácticos de la derecha. 

El actual panorama electoral que enfrentan los socialistas se explica en gran medida por esa transformación ideológica y política que recorre a su dirigencia. 

Por primera vez desde su recomposición orgánica de fines de los ochenta, se produce el entendimiento en una misma lista de los “ barones” de la Megatendencia, con el Escalonismo y el Tercerismo. Las diferencias entre ortodoxos y renovados, por largo tiempo irreconciliables, han abierto paso a una inédita convergencia electoral. 

El pensamiento único, que tanta fuerza tiene en la sociedad chilena, se impuso también en este sector de los socialistas.Ya sea por razones ideológicas, políticas o por simple amor al poder a todos ellos los une hoy día la convicción de que no hay alternativa frente a la estrategia de desarrollo en curso.

Por otra parte, los descontentos con el curso que ha adoptado el PS han optado por la dispersión, con cuatro listas al Comité Central. En todas ellas prima la protesta y el desencanto por razones variadas: el rechazo al incumplimiento de acuerdos en los congresos; el silencio socialista frente a aquellas políticas gubernamentales consideradas de derecha; el reiterado comportamiento cupular en la toma de decisiones; el accionar personalista de diputados y senadores; el rechazo al lobbismo de ciertos personeros socialistas; la falta de claridad para enfrentar los casos de corrupción. 

Bajo las actuales condiciones políticas, nacionales e internas, es muy difícil hacer un pronóstico de los resultados electorales y menos del nuevo presidente que asumirá la dirección del PS. 

Si se repiten los mecanismos electorales tradicionales, las tres tendencias unificadas tienen asegurado el éxito, gracias al peso de los operadores y al temor que infunde el poder. 

Si los descontentos van más allá de las palabras, exigen transparencia y desafían sin temor las presiones nacionales y locales es probable que los resultados electorales sean una ingrata sorpresa para aquellos que han controlado el PS durante largos años. 

05-05-03

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