domingo, 5 de diciembre de 2010

TRANSANTIAGO: TECNICOS Y POLITICOS

A los ingenieros en transporte como a los economistas neoliberales no les interesa la realidad sino imponer la visión que ellos tienen del mundo. Hemos sufrido por años la ideología y la ignorancia de los economistas de Hacienda, del Banco Central y de los consultores “de prestigio”. El año 2006 pronosticaron un crecimiento superior al 6% y terminamos apenas con el 4,2%. Y no es la primera vez. Ahora hemos tenido que sufrir a los ingenieros en transporte. Éstos ven el mundo a través de unos sofisticados modelos para cálculos de oferta y demanda y, en muchos casos, no ajustan sus variables según el comportamiento cotidiano de los mortales. Precisamente en el diseño del Transantiago los ciudadanos de a pie han tenido que experimentar en carne propia el ideologismo y el tecnocratismo de los ingenieros en transporte 

Cuando el 11 de noviembre del 2004 el Presidente Lagos, con bombos y platillos, hizo el lanzamiento comunicacional del Transantiago, se encontraba escoltado por los ingenieros que diseñaron el proyecto “de modernización” de la movilización en Santiago. Esos ingenieros de SECTRA, y los consultores contratados ad-hoc, sostuvieron en sus power points que el modelo que sustentaba el nuevo sistema de transporte de Santiago era de tal calidad que no permitía error alguno. 

Sin embargo, la larga historia de las micros amarillas y la experiencia cotidiana de los usuarios no entregaba a los especialistas antecedente alguno sobre los transbordos. Porque las micros amarillas demoraban horas en llegar de un lugar a otro, en largos y variados recorridos realizados, muchas veces, por micros vacías, pero donde los clientes prácticamente no hacían transbordos. Este era, entonces, el principal problema a resolver para “el modelo perfecto” de SECTRA y sus consultores. 

Cuando algunos críticos hicieron ver que la modelación encontraba dificultades para determinar ofertas y demandas por la falta de antecedentes para la transbordación respondieron con soberbia: el modelo que hemos utilizado lo resuelve todo, es perfecto. Así las cosas, se negaron rotundamente a preparar un Plan B, en la eventualidad que se produjera una brecha muy grande entre la realidad y lo calculado. 

En segundo lugar, los intereses políticos de Lagos y no los de la ciudadanía hicieron que se inaugurara el Transantiago anticipadamente, sin que estuviesen construídas las vías exclusivas y otras obras de infraestructura indispensables. El resultado ha sido lamentable, al punto de desprestigiar al propio Bam Bam Zamorano. Hoy día los buses no pueden fluir adecuadamente, avanzan a velocidad de tortuga y provocan congestiones insufribles. 

Además, no ofrecen una frecuencia que mínimamente satisfaga la demanda del público. En tales condiciones, la debacle del Metro era esperable. Por otra parte, el apresuramiento de Lagos impidió que se diera un tiempo razonable para preparar las licitaciones y contratos con las empresas transportistas. 

En tales condiciones, las empresas de mayor experiencia internacional no se presentaron a la licitación ya que se dieron cuenta de los problemas que se presentarían. En tercer lugar, la fase de transición a que obligó la inauguración del Transantiago ayudó solamente a la presentación en sociedad de los buses nuevos. Sin embargo, estos buses, al operar durante dos años en el sistema antiguo, compitieron, a toda velocidad y duramente, con las micros amarillas. La transición, entonces, debilitó la planta de buses nuevos de las empresas ya licitadas y además se vieron afectadas en términos económicos.

Finalmente, en la crisis del Transantiago, ha estado presente la tacañería acostumbrada del Ministerio de Hacienda en un asunto de prioridad nacional. Reticente en aportar los recursos para la infraestructura, para supervisores y para todo aquello que exige un proyecto de envergadura. Ahora, lo barato saldrá caro. Porque en el desastre que nos encontramos habrá que comprar una cantidad no despreciable de buses, se deberá construir a toda carrera la infraestructura, será más exigente el compromiso de supervisión de las empresas incumplidoras, probablemente habrá que redefinir nuevos contratos con las empresas y eventualmente habrá que entregar subsidios al transporte. 

Es triste decirlo, pero es altamente probable que el Transantiago se convierta en el enterrador de la Concertación. 

21-03-07

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