sábado, 11 de diciembre de 2010

HOMBRES PROBOS

La Universidad Diego Portales reunió a Longueira, Schaulsohn y Enrique Correa para analizar la corrupción, preocupación principal de la opinión pública en las últimas semanas. Uno se pregunta si se trata de una operación comunicacional orquestada para el lavado de imagen de estos tres personajes o simplemente los dirigentes de esa universidad son sabios en el arte de la ironía. 

Schaulsohn y Correa inventaron el lobbismo en Chile y lo han defendido con vigor. El primero, lo trajo desde los Estados Unidos, dónde con la ayuda de su padre estableció una oficina que hace años se dedica a esos asuntos. Ahora, instalado también en Chile, ha incorporado a Allamand a los mismos menesteres, pensando adicionalmente en la ayuda de éste para construir un acuerdo con todos aquellos que en la derecha y la Concertación están entusiasmados con las bondades de un proyecto político de centro-derecha, aunque manteniendo distancias del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo. 

En lo contingente, el ex- Presidente de RN lo apoya en su candidatura a Alcalde de Santiago y, de pasada, lo ayuda para que el PPD promueva la tesis de que todas las empresas públicas debieran ser privatizadas en Chile, porque ello es bueno para la economía de mercado, lo que quizás también puede favorecer interesantes negocios. Schaulsohn, entonces, sabe combinar sus propios asuntos económicos con la vida política. Ocurrida la debacle en el PPD con el escándalo de las coimas, Schaulsohn ha mantenido rigurosa distancia de su amigo Girardi. 

En el encuentro de la Universidad Diego Portales afirmó que se debía separar la política de los negocios: ¡No es posible ser Senador en la mañana y empresario en la tarde! 

Cuando se le brindaron los aplausos, nadie recordaba si Shaulsohn, cuando fue Presidente de la Cámara de Diputados, había trabajado medio tiempo o jornada completa.

Enrique Correa no nació en cuna de oro, pero sí con talentos para la política. Los desplegó en la Democracia Cristiana y luego en el MAPU, para terminar como socialista renovado y Ministro del Presidente Aylwin. Desde que dejó La Moneda y descubrió la pasión por el dinero, se moviliza con agilidad desde los despachos gubernamentales a los pasillos de los partidos y a las oficinas empresariales, llevando y trayendo recados, que puedan servir a los intereses de aquellos que ganan dinero gracias a la economía de mercado, pero que reciben con beneplácito alguna ayuda de los políticos, cuando se requiere agilizar un decreto o cambiar alguna ley. 

Allí es dónde el lobbismo de Correa se ha probado útil a los ejecutivos de IANSA, la CTC, Almacenes París y muchas otras empresas. Correa siempre ha justificado este tipo de trabajo, pero le resulta difícil explicar esa doble condición de servir a sus patrones empresarios y a ministros con tanto peso político como la Canciller Alvear o Insulza. 

Aunque el comportamiento de Correa ha sido éticamente insostenible, no le impidió proponer en la Universidad Diego Portales la regulación del lobbismo, transformándose así de la noche a la mañana en persona portadora de la probidad en Chile.

Longueira no lo ha hecho mal como Presidente de la UDI, convirtiendo a su partido en la primera fuerza política nacional y con Lavín a las puertas de La Moneda. Esto ha sido posible no sólo por los graves errores de la Concertación y del Gobierno de Lagos, sino también por el generoso financiamiento de los grandes empresarios a ese partido. 

A cambio de éste, las ISAPRES, las AFP y otros grandes negocios han recibido una firme protección política, la que esperan se multiplique cuando la UDI sea gobierno. Después de ocurrido el caso coimas, Longueira no tiene más alternativa que aceptar una ley de financiamiento transparente a las campañas políticas, porque de rechazarla se harán demasiado evidentes los estrechos vínculos de la UDI con el mundo empresarial. 

Si la Universidad Diego Portales desea una verdadera discusión sobre probidad debiera buscar dentro del país a aquellas personas que desarrollan actividades políticas sin compromiso alguno con el mundo de los negocios. Al no hacerlo, la Diego Portales le habrá confirmado al país otra gran verdad, que no se dice: que una gran parte de los académicos son servidores de los empresarios. 

16-11-02

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