¿De qué lado de los dos Chile se colocará la mujer que se convierta en Presidenta? ¿Lo que los hombres no pudieron hacer, lo podrá hacer una mujer? ¿La mujer que se convierta en Presidenta tendrá la voluntad y la fuerza para enfrentar las desigualdades que golpean el corazón y la inteligencia de los chilenos? Preguntas difíciles de responder pero necesarias.
Hay que reconocer que la “medida de lo posible” se amplió en los derechos humanos gracias a la perseverancia de las víctimas. También parece ampliarse en lo social con el reconocimiento de personeros de la Concertación y de la propia derecha respecto de que las desigualdades son demasiado grandes. Se ha instalado el debate en el país. Los defensores de los ricos ya no argumentan de que este es un tema que nos retorna al pasado. Esperemos que las elecciones no sean la explicación de este debate. También esperemos que el acercamiento de los dos Chile se exprese en medidas concretas y no se quede, como hasta ahora, en pura retórica.
La clase política debe asumir una nueva realidad. La sociedad civil se ha pronunciado con vigor por un Chile distinto en el Foro Social. Allí fue sorprendente la presencia juvenil que demandaba políticas públicas en favor de la defensa del medio ambiente, educación y salud que ofrezcan la misma calidad a todos los ciudadanos, protección a los pueblos originarios, seguridad previsional para los ancianos, una macroeconomía que coloque el énfasis en el empleo antes que en la protección de los grandes negocios, una política alianzas internacionales que privilegie los países de América Latina.
En fin, la exigencia de un Chile justo, igualitario y comprometido con sus vecinos estuvo en el centro de las discusiones del Foro Social.
Mayores márgenes de maniobra y la presencia de una potente fuerza ciudadana en favor de políticas públicas progresistas son antecedentes relevantes para que las candidatas coloquen en el centro de su campaña la modificación de la Constitución del 80. En lo político, para modificar el injusto sistema electoral binominal y para incorporar el plebiscito como instrumento democrático para la resolución de las grandes controversias nacionales. En lo económico, para permitirle al sector público iniciativas que actualmente están restringidas sólo al sector privado; por ejemplo, el derecho de los municipios para crear corporaciones de desarrollo productivo y promover la conformación y apoyo a las pequeñas empresas en sus espacios territoriales.
No se necesita, sin embargo, ninguna modificación constitucional, pero sí una mayoría parlamentaria y fuerza social, para que la Presidenta acceda a recursos presupuestarios adicionales mediante modificaciones impositivas para disminuir las desigualdades en educación, salud y previsión social.
Y se requiere sólo voluntad política para que el Estado regule apropiadamente en apoyo a los trabajadores, los consumidores, los pequeños abastecedores de los supermercados y los clientes de los servicios públicos, en vez de hacer vista gorda frente a los empresarios inescrupulosos.
Los grandes empresarios se cuidan solos, pero el resto de la sociedad necesita de buenas leyes, de apropiadas regulaciones y la seguridad de que el Estado los defiende.
Esto es lo que esperamos de la Presidenta que gobierne a los chilenos en el futuro próximo.
Que se cumpla con el anhelo de que todos los chilenos tenemos los mismos derechos políticos, económicos y sociales y que esperamos del Estado un trato correspondiente. Esto es lo que esperan los trabajadores en el sector público y privado, las temporeras, los pensionados, los estudiantes, los pequeños empresarios y las más variadas organizaciones de defensa del ciudadano.
Todavía esperamos.
29-11-04
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