Ha pasado un año desde la última vez que se reunieron los presidentes de la Concertación. Lo destaca Martner con preocupación. Barrueto dice, con optimismo, que todo se arreglará en la cena que ofrecerá Adolfo Zaldivar en su casa. La celebración de los quince años desde la conformación de la Concertación hicieron explícitas las diferencias que se vienen arrastrando desde que el actual presidente de la DC optó por la propia. El discurso de Aylwin apuntó directamente al colorín, al acusarlo que no se puede dar por terminada la Concertación, destacando “lo inexplicable e inconveniente” de perseverar en una lucha por el poder en su seno. Yo diría, más bien, lo inconveniente ya que la lucha por el poder al interior de los partidos del bloque de Gobierno es el signo de la época, la característica de la política chilena desde que las concepciones doctrinarias han sido dejadas de lado y que pocos se preocupan por el cumplimiento de los programas de gobierno.
Lo que rige la política hoy día es el posicionamiento comunicacional, con énfasis en la escena televisiva.
Adolfo ha sido vigoroso en su diferenciación con la Moneda y explícito en separar aguas con las directivas del PS y del PPD, creyendo con ello recolocar a su partido en el liderazgo del bloque de gobierno. Pareciera que el Presidente de la DC está dispuesto sólo a interlocutar con el Presidente Lagos, mientras que envía al diputado Mulet a las conversaciones con los otros dirigentes de los partidos socios.
¿A que obedece esta estrategia? ¿Se trata de diferencias programáticas o busca proyectar su imagen en una lucha por el poder que le permita asegurar el derecho a su candidatura presidencial?
Esto último parece ser su propósito. No cabe duda que el Presidente del PDC ha logrado controlar el aparato de su partido, desplazando a los sectores freístas y alwinistas. Éstos, por cierto, no han renunciado a la candidatura presidencial DC, con el propio Frei y Soledad Alvear; pero, lo hacen en una búsqueda de entendimiento con el resto de los partidos de gobierno.
Zaldivar, en cambio, apuesta a la diferenciación y su gran prueba serán las elecciones municipales. Consecuentemente, si aumenta el peso de la DC, cree poder desplazar a sus camaradas, mejor posicionados en las encuestas de opinión pública. Es un camino peligroso que, luego del llamado de atención de Aylwin, ha sido llevado al plano de las ideas con argumentos interesantes, aunque no necesariamente consistentes con la práctica. Nos dice Zaldivar en un artículo de La Segunda (6-10-03) que después de los primeros años de reafirmación de la democracia “ ...quedamos prisioneros de los intereses económicos, políticos y sociales de la oposición, que en muchos casos terminaron siendo funcionales a una suerte de casta político-tecnocrática que la Concertación desarrolló en su seno y que terminó por agotar su impulso y la mística inicial, provocando un abismo entre el pueblo y sus dirigentes.”
Coincido que efectivamente se ahonda la separación entre una casta político-tecnocrática y el pueblo de Chile. Esa casta asumió el proyecto económico de la oposición, siendo incapaz de hacer las reformas político-sociales transformadoras en favor de la redistribución del poder y la riqueza, ofrecida e incumplida en todos los programas de la Concertación. Se optó por el continuismo y por el discurso del crecimiento ante las dificultades de la redistribución. El orden es tranquilizante y el cambio significa riesgo y nadie se atreve a asumirlo.
A la hora de la verdad, entonces, surgen dudas respecto de la consecuencia del discurso de Zaldivar porque no se conocen propuestas e iniciativas de su directiva para apuntar a la transformación y democratización del país. Porque ya las palabras no sirven. Lo que importan son los hechos. Propuestas para favorecer a los empleados fiscales, a los trabajadores manuales, a los pequeños empresarios, a los estudiantes. A la hora de la verdad se opta por los grupos económicos, las transnacionales y el capital financiero. No se conocen desde las cúspides de los partidos de la Concertación estrategias alternativas a la vigente y cuando surge la crítica, al interior de los propios partidos de Gobierno, ésta es rápidamente descalificada e incluso reprimida a la hora de votar en el Parlamento en discrepancia a los proyectos gubernamentales.
Después de 15 años de Concertación y de 13 años de Gobierno el poder económico se ha concentrado como nunca en la historia patria y el poder político no se ha democratizado.
En el PPD, la emergencia de Barrueto como Presidente no nos ofrece nada nuevo. Ha dicho que apoyará todo lo que haga el Gobierno, igual que Camilo Escalona cuando sólo apareció en la escena política como el “ yes man” del Presidente Lagos. Ambos, con ese discurso le hacen un flaco favor al Gobierno y a la Concertación, cuando lo que se necesita es precisamente la crítica y la propuesta que nos permita salir de una situación de debilidad económica, desempleo y agotamiento político.
El decir a todo que sí porque proviene del Gobierno o el preocuparse de levantar candidaturas presidenciales, las de Girardi, Flores o Bitar, para mostrar que no hay que quedarse atrás en la lucha por el poder, sin programa para renovar el alma y sentido de la Concertación, no tiene utilidad alguna. Le hace daño al progresismo y al país.
En el PS, la presidencia de Martner ha generado entusiasmo. Ha ratificado su reconocida decencia, honradez y espíritu democrático. A diferencia de Escalona, Gonzalo no le teme a la crítica y permite que ésta recorra la organización. Pero, lamentablemente algunos poderes fácticos al interior del PS, barones de la casta político-burocrática, a la que se ha referido Zaldivar, intentan desestabilizarlo. Cortés Terzi, “intelectual orgánico“ del denominado tercerismo, acusa a Martner de impulsar “ un viraje a la mala”, con una estrategia que coloca al socialismo en “ el límite de la izquierda extraparlamentaria” (La Segunda, 29-09-03) . Acusaciones por su compromiso con el paro de la CUT, las declaraciones en torno a Bolivia y su desacuerdo con la tesis de la “ flexibilidad laboral.
Todas estas posiciones del nuevo Presidente del PS no hacen sino recoger acuerdos de congresos y posiciones doctrinarias del socialismo chileno que, en el pasado, eran desconocidas por las autoridades partidarias. Nada de esto significa deslealtad con el Gobierno ni con la Concertación, ya que coinciden con “ el alma “ de ésta y con sus programas de gobierno.
El domingo 5 de octubre, en la celebración de los quince años de Concertación, hubo muchas palabras. El presidente Lagos envió un mensaje desde Boston destacando que el salto al desarrollo en que Chile está comprometido “ exige grandeza, unidad y sentido nacional. Esta es una tarea superior que no admite cálculos mezquinos”. Frei señaló que existe un vacío de liderazgo, que ésta ya no tiene alma y que se necesitan nuevas figuras en el bloque de gobierno. Quizás Aylwin fue el más espectacular, con sus críticas a Zaldivar. El mismo Aylwin, Frei y luego Zaldivar fueron muy críticos del camino económico que ha adoptado el país- Chile no puede ser un supermercado, un almacén, dijo Frei-
Todos apuntan, de una forma u otra, a reformular la Concertación. Pero, nadie está claro en que significa tal reformulación. Y, para ser muy francos, ni Aylwin, ni Frei ni Lagos, con el poder gubernamental en sus manos, se han atrevido a replantear la estrategia económica heredada, que por demás se encuentra agotada. Hay temor al cambio. Nadie está dispuesto a desafiar a los grupos económicos.
La lucha por el poder desnudo se ha convertido en el eje de la disputa al interior de los partidos de la Concertación y entre sus partidos y escasamente se lucha por cumplir los programas de gobierno: la reducción de las desigualdades económicas, sociales y políticas. Esto ya se olvidó. Después de 15 años de Concertación los empresarios han aumentado su poder, las transnacionales se coluden con autoridades y parlamentarios, los entendimientos con Estados Unidos adquieren un carácter estratégico y las organizaciones sindicales no son escuchadas.
La alegría del retorno a la democracia ha sido reemplazada por la tristeza de un país frustrado.
8-10-03
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