viernes, 10 de diciembre de 2010

¿QUIÉN LE TIENE MIEDO AL LOBO?

El foro entre Michelle y Soledad fue malo, es cierto. Menos por la forma y más por los contenidos. Es que no está claro hacia adonde apuntan las candidatas. Lo más preocupante es que no dieron esas señales de cambio que ellas simbolizan. En ambas parece persistir ese mismo temor de los dirigentes de la Concertación a los grupos económicos, a los grandes empresarios de este país, a ese poder fáctico que se cree con el derecho a determinar el curso de los destinos de todos los chilenos. Quizás por ello las candidatas vacilaron frente a las preguntas sobre las desigualdades y las medidas para combatirlas. “Desigualdades escandalosas” según habían dicho los obispos el día anterior al foro, en un directo llamamiento a los candidatos presidenciales.

Lavín se atreve a cualquier cosa para que lo elijan presidente y por ello ha tenido la desmesura de decirle al país que disminuirá las desigualdades, que la Concertación no logró reducir. Esto es una frescura mayor, habida cuenta que Lavín y sus amigos, desde ODEPLAN, inventaron la institucionalidad económico-social que ha promovido las desigualdades en Chile. 

En efecto, hicieron un código del trabajo para debilitar al movimiento sindical, favoreciendo la desprotección de los trabajadores e impidiéndoles la negociación colectiva. Inventaron las Isapres y AFP, colocando a los enfermos y a los ancianos en condiciones de extrema indefensión, lo que ha puesto en evidencia que estas dos instituciones constituyen un fraude a los chilenos. 

Convirtieron la educación en un negocio, destruyendo la escuela pública y quitándoles el derecho a los niños y jóvenes de origen modesto a progresar en la vida. Privatizaron las empresas públicas sin ninguna transparencia, iniciándose un inédito proceso de concentración de la economía en pocas manos. 

Así las cosas, la desigualdad era el único resultado posible de esta estrategia. 

Por otra parte, hay que reconocer que los gobiernos de la Concertación han hecho poco por modificar esa estrategia que ha servido para favorecer la ganancia empresarial antes que al desarrollo humano de los chilenos.

Las candidatas de la Concertación no pueden colocar en el eje de su argumentación, entonces, que más y mejor educación mejorará la distribución del ingreso. Las cosas por su nombre. Esta es una majadería que inventó la derecha para postergar el drama social de Chile para las calendas griegas. 

Para enfrentar las desigualdades se requiere de variadas iniciativas que se ubican en diversos planos, entre los que destacan impulsar el equilibrio de poderes entre trabajadores y empresarios, entre pequeños y grandes empresarios, entre los usuarios y las empresas de utilidad pública, entre consumidores y los grandes almacenes, entre las regiones y la capital. 

Los débiles necesitan más poder e información para defender sus derechos y ganar posiciones en la distribución del ingreso. Para ello el Estado tiene que estar de su lado porque los grandes empresarios tienen el poder económico, político y comunicacional para arreglarse bien en el mercado. Al mismo tiempo, no habrá reducción de las desigualdades sin un compromiso solidario en los sistemas de salud, educación y previsión, que asegure que los enfermos, los niños, jóvenes y los ancianos deben recibir el mismo trato independientemente de sus condiciones de ingresos.

Por otra parte, tampoco se puede argumentar que el apoyo a la clase media pasa por la reducción de los impuestos. Pero, si se quiere reducir el impuesto a la gente modesta hay que bajar el IVA, lo que obliga simultáneamente, si no se quiere hacer demagogia, a subir los impuestos directos a las utilidades de las empresas o terminar con los subsidios impositivos a las grandes empresas. 

En realidad, el mejoramiento de la educación, la salud y el derecho a una previsión digna exige mayores recursos que no los entrega el puro crecimiento. 

El país moderno y justo que demanda la mayoría nacional requiere de nuevas políticas públicas, mayor transparencia, una mejor institucionalidad, más poder para los ciudadanos y un sistema impositivo progresivo.  

Para decir esto, y también para hacerlo, no hay que tenerle miedo al lobo.

04-05-05

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