Hace un año ciudadanos críticos del neoliberalismo propusimos un conjunto de medidas para enfrentar las desigualdades[1]. Hicimos públicas nuestras propuestas aunque, como es habitual, tuvieron escasa acogida en el duopolio de la prensa escrita. Las medidas contenían incluso el financiamiento correspondiente, tanto con recursos provenientes del crecimiento como por la eliminación de exenciones tributarias que benefician a los sectores más pudientes del país. Al mismo tiempo, señalábamos que para reducir las desigualdades, el Estado debía comprometerse, de verdad, con los trabajadores, los pequeños empresarios, los consumidores modestos, los pueblos originarios, los pensionados y los estudiantes pobres. Además, planteábamos la urgencia de diversificar la actual estructura productiva marcada por los recursos naturales, con aumentos sustanciales en innovación tecnológica.
Es satisfactorio constatar que la discusión sobre las desigualdades, así como el financiamiento fiscal por la vía de la eliminación de la exenciones tributarias, se encuentran hoy en el eje de la campaña presidencial. Muy recientemente, hemos conocido un sólido documento de la directiva de la democracia cristiana que apunta en dirección similar, planteando correcciones al neoliberalismo, para potenciar el crecimiento económico y reducir las desigualdades. Su importancia es insoslayable, ya que es la primera vez que un partido de la Concertación destaca de forma manifiesta las injusticias del modelo imperante en Chile.
Lamentablemente, algunas figuras democristianas opositoras a la directiva de Adolfo Zaldivar han manifestado su cuestionamiento a la corrección del modelo, con el argumento que ello significa renegar de los gobiernos de la Concertación. Curiosamente, también el Presidente del Partido Socialista, Ricardo Nuñez, se ha molestado con el documento, en el argumento de que la única guía programática que es la redactada por Foxley-Velasco.
Ambas críticas equivocan la puntería. En primer lugar, porque reconocer y valorar las modernizaciones llevadas a cabo por los gobiernos de la Concertación no obligan simultáneamente a aceptar, de forma complaciente, la concentración económica y las desigualdades provocadas por el modelo económico. Sobre todo, porque nuestros gobiernos se han autodefinido progresistas y se han comprometido, en estos 16 años, a un “crecimiento con igualdad”, que no han cumplido. En segundo lugar, porque la crítica al modelo es indispensable si se quiere apuntar al objetivo que todos los chilenos se reconozcan en el sistema económico y político; muy especialmente, cuando las desigualdades se han convertido en obstáculos al crecimiento, impiden el aumento del empleo, y son un serio peligro para la estabilidad social y política del país. No se reniega, entonces, de los gobiernos de la Concertación cuando se llama la atención que el “crecimiento con igualdad” es tarea pendiente y, además, se ofrecen medidas concretas para lograrlo. Por el contrario, esta es señal de responsabilidad concertacionista.
Habrá algunos dentro de la Concertación que perseverarán en el conservadurismo neoliberal, sin voluntad política para asumir las demandas ciudadanas que empujan por los cambios al modelo, sea por compromisos con los grandes empresarios o por fundamentalismo ideológico.
Pero, habemos otros, tambien dentro de la Concertación, que estamos convencidos que hay que terminar con las desigualdades y que las oportunidades del progreso deben estar a disposición de todos los chilenos.
La identificación con una u otra posición no es partidaria sino transversal y será crucial en la definición del gobierno de Michelle Bachelet.
07-12-05
[1] Documento de octubre 2004, suscrito por parlamentarios socialistas, PPD y DC; representantes de la izquierda extraparlamentaria; rectores de universidades, dirigentes de los trabajadores; artistas e intelectuales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario