Muhammad Yunus ha sido galardoneado con el Nobel de la Paz. El denominado banquero de los pobres ha probado, en la práctica, que se puede otorgar créditos a la gente pobre sin respaldo financiero. El sistema de microcréditos que Yunus inventó en Bangladesh otorga pequeños préstamos, con bajas tasas de interés y sin necesidad de avales, a familias pobres que trabajan por cuenta propia.
El jurado le entregó, con justicia, el Premio Nobel de la Paz señalando que:” No podrá alcanzarse una paz duradera hasta que una gran parte de la población [mundial] encuentre la manera de salir de la pobreza. Los microcréditos constituyen una de las formas de conseguirlo. El desarrollo desde abajo sirve además para que la democracia y los derechos humanos ganen posiciones".
Hay que aprender de Yunus porque en Chile cientos de miles de micro y pequeños empresarios han visto frenadas sus potencialidades de desarrollo por el alto costo del crédito y por las restricciones a su acceso.
La misión del Banco del Estado debiera ser precisamente apoyar la imaginación y capacidades que se encuentran en las micro y pequeñas empresas reprimidas por un sistema financiero que les es adverso. Al mismo tiempo, el desempleo ha adoptado un carácter estructural en nuestro país como consecuencia de un patrón de desarrollo centrado en empresas modernas, de alta tecnología, exportadoras de recursos naturales de escaso procesamiento.
Existe incapacidad para generar masivamente empleo si no se apela a la pequeña y micro empresa. Para ello se requiere voluntad política, audacia y convertir al único banco público del país en una efectiva institución de fomento para el desarrollo de las pymes y los pequeños empresarios.
Sin embargo, la política del Banco del Estado todavía insiste en aplicar una lógica de banca privada. La cuenta única fiscal y los numerosos ahorristas le permiten captar una gran cantidad de recursos, los que son prestados fundamentalmente a la gran empresa y colocados en inversiones financieras en el Banco Central. Con ello el Banco del Estado se asegura una rentabilidad fácil, con los menores riesgos posible. Pero esta lógica eminentemente privada debiera modificarse radicalmente.
Para que el Banco del Estado se convierta en el banco de las pymes y de los microempresarios debiera otorgar créditos sin garantías inalcanzables, como lo hace el Banco de Bangladesh para los pobres, con éxito probado.
Paralelamente, para viabilizar y potenciar las pymes se debiera aplicar a éstas las mismas bajas tasas de interés que se cobra al gran capital. Los argumentos de altos costos de administración en la atención de las pymes son injustificados si el banco consolida buenos sistemas de información y si aplica una adecuado sistema de planificación estratégica y control de gestión propios de una entidad bancaria moderna.
La actuación del Banco del Estado como institución que compite con la banca privada puede conducir, a la larga, a su minimización o a su privatización. En cambio, el apoyo de éste a las pymes no sólo le hará un gran servicio al país sino también, con seguridad, mejorará su cartera de negocios.
Hay que aprender de Yunus. Las capacidades empresariales no están sólo en el gran capital. El pequeño capital es el que más crea empleo. Y, las oportunidades de empleo no son sólo un asunto económico sino garantía de estabilidad política y paz interna.
17-10-06
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