Sebastián Edwards, en una columna de opinión del Wall Street Journal, amenaza al candidato de la Concertación con las penas del infierno si no cumple con sus recomendaciones de buen gobierno.
Privatizar Codelco, persistir en la reducción unilateral de aranceles, garantizar la independencia del Banco Central, son algunas de las sugerencias de Edwards. Éstas no constituyen novedad alguna ya que Libertad y Desarrollo las viene reiterando en todos sus documentos. Vale decir, el columnista del Wall Street, a pesar de los títulos ganados en el Banco Mundial, en las universidades y, ahora, en los pasillos del mundo empresarial de los EE.UU. no se le ocurre ninguna medida original que se aparte del pensamiento más ortodoxo de la derecha chilena.
Pero, quizás, lo más lamentable de las apreciaciones de Edwards son aquellas referidas a la supuesta inquietud del mundo empresarial norteamericano por la identificación que en su momento tuvo Ricardo Lagos con el gobierno de Salvador Allende. El candidato de la Concertación no podrá sino sonreir burlonamente en condiciones que hace muy poco tiempo Rockefeller y otros inversionistas norteamericanos sostuvieron amplias y entusiastas reuniones con él.
Nuestro candidato no tiene inhibiciones en reconocer su compromiso con Salvador Allende, porque la gente digna no echa la historia por la borda, por razones de oportunismo político. Sólo aquellos que tienen escaso respeto por sí mismos se olvidan de lo que fueron y borran de un plumazo todo lo que adoraron en el pasado. Este no es el caso de Ricardo Lagos y sí es el de Sebastián Edwards.
Como fui decano de la facultad de Economía Política de la Universidad de Chile, dónde Edwards hizo parte de sus estudios, puedo dar fe de su militancia en la Juventud Socialista, alcanzando allí la condición de jefe de nucleo. En aquellos tiempos Sebastián era tan allendista como todos los militantes del socialismo.
Sin embargo, cuando la represión militar suprimió la Facultad de Economía Política y convirtió a sus dependencias en instalaciones de la CNI, el miedo que todos sentíamos se convirtió en pánico en el caso de Edwards. Éste corrió a pedirle perdón a las autoridades de la Universidad Católica por su pasado reciente, para que se le permitiera continuar sus estudios de economía. Allí se olvido de su pasado y llegó a ser el más disciplinado de los Chicago Boys, mientras sus ex-camaradas eran asesinados, torturados y desterrados por la dictadura.
Es dificil juzgar los cambios políticos de las personas. Mucha gente los ha tenido en el complejo devenir de la historia reciente. Sin embargo, cuando se produce un vuelco tan espectacular en la vida de las personas que no es solo político sino ético y cultural, como ha sucedido con Sebastián Edwards, no se puede desempeñar el rol de inquisidor.
Sebastián: en esta parte de la historia de Chile estás fuera. Tus amenazas y consejos no son oportunas ni relevantes. Es mejor que mantengas un perfil bajo en la política chilena. Conserva, como técnico, los laureles que te ganaste en los Estados Unidos. No trates de incursionar en un terreno que te resulta movedizo.
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