domingo, 28 de noviembre de 2010

NAVIDAD CON COCA COLA Y TLC

El alcalde Lavín le ofreció a los santiaguinos un árbol de Navidad en plena Alameda. Frente a La Moneda y a un costado del monumento al padre de la Patria se elevó un inmenso pino que no tenía los característicos adornos que entusiasman a niños y grandes para las fiestas de fin de año. No se destacaba el niño Jesús ni los tres Reyes Magos. El árbol estaba engalanado con el nombre de la Coca Cola desde su base hasta la punta. Publicidad a cambio de un árbol de Navidad para los santiaguinos. Relaciones de mercado. La empresa norteamericana recibía el mejor lugar de Santiago y entregaba al alcalde de la UDI un pino con figuras de la Coca Cola. La transnacional conseguía posicionar así su publicidad en el centro cívico de Santiago, a sólo pasos de la casa de los presidentes de Chile, cuando millones de santiaguinos recorrían sus calles. 

Los que cuidan con tanto esmero la imagen del Primer Mandatario nada dijeron, ni se sorprendieron. Para aquellos, la publicidad de la Coca Cola junto a la casa de los Presidentes no dañaba a nadie. Lo que sería un escándalo en París, en Sao Paulo o en Roma, aquí se convertía en un hecho natural, quizás producto de la inevitable globalización. O mejor aún, ayudaba al propósito de materializar el TLC con los Estados Unidos, uno de los ejes para concretar la alianza estratégica con la potencia hegemónica: era el regalo que el Gobierno le entregó a los chilenos para Navidad. Y exigió un inmenso trabajo. 

Cuando hace un año atrás las autoridades del gobierno, incluidas las de salud, defendieron con sus propios dientes a la empresa MacDonald´s le estaban diciendo a los chilenos que comer hamburguesas y papas fritas era bueno para la salud de los niños. En cambio, hace sólo un mes, las autoridades de salud le comunicaban a la ciudadanía que beber medio litro de leche diario es factor de obesidad. Todo puede suceder. Es el viejo cambalache. Pero no es producto del azar, ya que el objetivo siempre estuvo claro: un acuerdo estratégico con los Estados Unidos en lo político, en lo cultural, en lo económico, en lo militar. Y la derecha ayudaba al Gobierno en su tarea. Cada cual hace su aporte. 

La derecha se compromete con el árbol de navidad y con promover la Coca Cola. El Gobierno se hizo responsable por la publicidad en favor de la MacDonald´s, ministros incluidos, cuando algunos ilusos del Instituto de Salud Pública pretendieron acusarla de afectar a los niños con hamburguesas insalubres. Además, decidió la compra de los aviones de combate F16 para que nadie se hiciera la ilusión de que la renovación podría retroceder. Gestionó el TLC con Bush, para garantizar ad-eternum la actual estrategia de desarrollo. Y, ahora, se prepara para asumir su cuota de sacrificio en la guerra contra Irak, con su propio representante en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. 

Las piezas del puzzle se van ajustando. La alianza estratégica con el país más poderoso del mundo es una realidad. Este es el éxito del Presidente Lagos. 

Aunque los chilenos estamos muy lejos, el TLC permite estrechar relaciones entre los Estados Unidos y los grandes empresarios y economistas que tienen tribuna en El Mercurio, facilitándole además el trabajo a las transnacionales. 

Los políticos también celebran el TLC, aunque ninguno conoce su contenido. Ello explica que la derecha y la Concertación coincidan en destacar que la suscripción del TLC es lo más importante que le ha pasado a Chile durante el año 2002. 

¿Porqué no coincidirían también en que bien vale un árbol de Navidad para los santiaguinos a cambio de publicidad en favor de la Coca Cola si ello ayuda a nuestra integración económica y cultural con los Estados Unidos? 

En medio de tanta euforia, con una ideología aplastante que oscurece la razón, las palabras de Rubén Darío se escuchan con fuerza: 

“¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?¿ Callaremos ahora para llorar después?".

1-01-03

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