Cuando en diciembre de 1981 Sergio Aguiló sufría las torturas de los agentes de la CNI , la Vicaría de la Solidaridad le solicitó al Ministro del Interior, Sergio Fernández, el reconocimiento de su captura. Éste, sin embargo, negó que se encontrara en manos de los organismos de seguridad. Pero, el documento que acompaña a la querella que presenta hoy día el diputado dice: "el Ministerio del Interior comunicó a este tribunal que Sergio Patricio Aguiló, en virtud del Decreto Exento N 3508, de fecha 4-12-981, de dicho Ministerio, fue detenido por funcionarios de la CNI se encuentra en dependencias de dicho organismo”.
Esta es una prueba irrefutable de que el actual senador de la UDI estaba enterado de su detención y tortura cuando era Ministro y que, en realidad, siempre estuvo informado de las actividades de los organismos de represión. Ante sus declaraciones públicas de que nada sabía sobre los crímenes de la dictadura, Aguiló le metió la querella y lo calificó de cobarde y mentiroso.
Los civiles de derecha han tenido un comportamiento lamentable. Conspiraron desde la primera hora contra Salvador Allende; se aliaron con la CIA ; no asumieron la grave responsabilidad que les compete en el golpe de Estado y en la represión que siguió durante diecisiete años; elaboraron e implementaron la estrategia económica; se adueñaron de las empresas privatizadas; redactaron e hicieron aprobar mañosamente la Constitución de 1980; hubo terribles venganzas personales de terratenientes contra campesinos favorecidos por la reforma agraria, y, ahora, en democracia, pretenden aparecer como blancas palomas.
Esta es una frescura sin nombre y una manifiesta deslealtad a las Fuerzas Armadas, ya que los civiles de derecha las empujaron a utilizar el monopolio de las armas en su favor. En realidad, el terror, los campos de concentración y el destierro no se establecieron para combatir una estrategia guerrillera sino que para imponer el modelo de sociedad que mejor servía a los intereses de la derecha económica y política.
Las instituciones armadas han reconocido, de una u otra manera, los errores cometidos. El General Cheyre, en particular, ha sido explícito en destacar que el golpe militar contra Allende y el trabajo sucio de las Fuerzas Armadas fue instigado y avalado por sectores civiles. Sin embargo, éstos han dejado recaer todas las culpas sobre los militares. Esto no es justo. La derecha debiera tener la valentía de asumir la cuota de responsabilidad que le corresponde. Esta es una deuda que tiene con la sociedad chilena y las propias Fuerzas Armadas.
Las Fuerzas Armadas, con dificultades y esfuerzos, se están reencontrando con la civilidad y ésta comienza a reconocerlo. Es probable que una de las razones del apoyo popular de Michelle Bachelet diga relación con este reencuentro. La derecha, en cambio, no ha tenido la valentía de enfrentar el desafío de los derechos humanos y además ha cometido el grave error de colocar a la cabeza de sus partidos a dos personas que simbolizan la represión y la mentira durante la dictadura: Jovino Novoa y Sergio Diez. El primero como Subsecretario del Interior de Pinochet y el segundo como su representante en Naciones Unidas.
En estas condiciones, si se impone la justicia y no hay transacciones políticas el senador Fernández no podrá salir bien librado del cuestionamiento de Aguiló.
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