lunes, 22 de noviembre de 2010

ARGENTINA HACE 30 AÑOS


El 24 de Marzo de 1976 la Junta Militar, encabezada por Jorge Videla, destituyó al gobierno de Estela Martinez de Perón. Se iniciaba así la época más represiva de la historia Argentina, con sufrimientos que todavía estremecen a su pueblo. 

A diferencia del golpe contra Allende en Chile, este derrocamiento no generó, en su momento, el repudio mundial que se merecía y por razones comprensibles. 

Es que la esposa de Juan Domingo Perón, que legalmente lo sucedió en su condición de Vicepresidenta inauguró un gobierno vergonzante, caracterizado por la corrupción y una inepta gestión pública. Pero, lo más grave, fue la implementación de un sistema de represión clandestina con civiles de derecha, policías y militares, que sirvió a su Ministro de Bienestar Social, López Rega, para afirmar sus posiciones de poder y para contrarrestar la protesta política y social que crecía en medio de una crisis económica de envergadura.

El golpe militar de Videla precipitó a la Argentina en un abismo de barbarie. La muerte, la tortura, la cárcel y el exilio se masificaron sobre dirigentes sindicales, pobladores, estudiantes e intelectuales. 

Ya no eran los militantes convencidos, los combatientes de la guerrilla peronista o guevarista y algunos exiliados de los países vecinos los afectados por la represión a cargo de la triple A. 

Con Videla el pueblo argentino fue atacado directamente por militares y policías. La muerte del opositor se transformó en un objetivo político definido. Los golpistas de 1976 querían establecer un nuevo orden que reemplazara la discusión y la crítica por la obediencia ciega. Nadie en la cúpula de la dictadura dudaba sobre la decisión de asesinar.La discusión giraba sólo sobre si las ejecuciones de disidentes debían ser públicas o secretas. 

Así, los que no murieron ingresaron masivamente a las cárceles, a los campos clandestinos de confinamiento y otros marcharon al exilio. El general Ibérico Saint Jean, resumió los propósitos que perseguía el Gobierno militar: "Primero vamos a matar a todos los subversivos, después a sus colaboradores; después a los indiferentes y por último a los tímidos.”

Por otra parte, la dictadura militar, a instancias de sus aliados civiles tuvo como propósito destruir el poderoso movimiento popular argentino para permitir así la implementación de la política económica oligárquica de Martinez de Hoz, Ministro de Economía del nuevo régimen. 

Esta política apuntó a la división del movimiento obrero, a la liquidación de sus cuadros sindicales más combativos desde dirigentes a delegados de fábrica, el descabezamiento de la pequeña burguesía revolucionaria, por la muerte o el exilio de sus principales cuadros, el aplastamiento de gran parte del empresariado pequeño a través de la política neoliberal y la imposición del terror en el conjunto de la sociedad argentina.

El régimen de barbarie que estableció Videla en 1976 sólo tiene parangón con las experiencias europeas nazi-fascistas y comunistas europeas de refundación e ingeniería social basadas en la utilización del exterminio como mecanismo de regulación de las relaciones entre el estado y la sociedad civil. 

Por ello resulta tan sensible a los peronistas esas acusaciones de fascistas que han recibido tanto de sectores de la derecha liberal como de los comunistas. Porque fueron precisamente los militantes peronistas, sus dirigentes obreros y la base social identificada con Perón la que más sufrió esa política de genocidio impuesta por los militares y civiles de la derecha.

Y, también antes, con el golpe de Aramburu en 1955, contra el primer gobierno de Perón fueron los militantes peronistas quienes sufrieron la más dura represión.

El peronismo nunca fue la versión latinoamericana del fascismo. 

Su no alineamiento durante la 2ª. Guerra Mundial, la protección que le dió a criminales nazis o la inspiración de algunos de sus militantes en Primo de Rivera, son insuficientes para configurar el contenido ideológico y programático del movimiento peronista. 

El movimiento nació encabezado por un caudillo que sintetizaba a un bloque de sectores sociales que aspiraba a impulsar un proyecto capitalista nacional con un firme control del aparato estatal, que por lo demás era coincidente con el nuevo pensamiento económico latinoamericano y con el rechazo a la imposición hegemónica norteamericana en nuestros países. 

En este movimiento convivían la clase obrera y porciones de la burguesía nacional, lo que obligaba al caudillo a arbitrar entre sus componentes. Éste podría calificarse, entonces, de nacional-populismo o de bonapartismo, pero es una mala interpretación asociar al peronismo con el fascismo. 

Gracias a este proyecto, durante la primera presidencia de Perón la Argentina manejó con autonomía sus recursos naturales, impulsó una vigorosa industrialización y llevó a cabo un notable proceso de redistribución del ingreso.  

Pero, lo más importante, fue el fortalecimiento de las organizaciones sindicales que promovió Perón, las que desempeñarán durante largas décadas un papel relevante en la defensa de los derechos económicos y sociales de los trabajadores. El golpe de Videla y su violencia genocida  apuntó decididamente a la destrucción de esta fuerza.

22-03-06


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