domingo, 28 de noviembre de 2010

LOS ESTUDIANTES Y LA PRESIDENTA

Las movilizaciones estudiantiles han terminado. Al igual que en Paris y en Atenas han tenido que ser los más jóvenes quienes dirijan las luchas por reivindicaciones latentes, pero acalladas. Las desigualdades más manifiestas en Chile se encuentran en la educación y ésta se encarga de reproducirlas al conjunto de la sociedad impidiendo el progreso e integración de los más pobres. 

Los estudiantes triunfaron, lograron algunos beneficios materiales inmediatos para los más pobres y situaron en el centro de la discusión política la transformación de la Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza (LOCE). Uno de los enclaves que nos lego la dictadura para reproducir las desigualdades se ha venido abajo gracias a la lucha de los propios afectados. 

Hasta ahora los gobiernos de la Concertación fueron incapaces de erradicar el enclave y los estudiantes han dado el primer paso para lograrlo. 

Pero, lo más importante de todo es que los estudiantes se convirtieron en sujeto activo de nuestra historia. Es difícil imaginar que Karina, María José y el resto de los voceros de la movilización permanezcan al margen de lo que viene en nuestro país. Es difícil imaginarlos fuera de las discusiones sobre el injusto sistema previsional y de tantas otras inequidades que caracterizan a la sociedad chilena. 

Tenemos un nuevo actor que seguramente estará presente en las luchas contra la exclusión y el avasallamiento que han impuesto los grupos económicos y sus medios de comunicación. 

Pero esto no habría sido posible sin la campaña electoral que reivindicó la participación ciudadana por sobre la hegemonía de los partidos políticos. Ello fue lo que quisieron los chilenos que votaron por Michelle Bachelet y la instalaron en el sillón de O´Higgins el 11 de marzo. 

Este es el otro nuevo actor en nuestro país. 

En efecto, desde el comienzo de la campaña presidencial, Michelle Bachelet sorprendió a la clase política introduciendo la necesidad de incorporar la participación y el diálogo ciudadano a la solución de los problemas que afectan a nuestro país. 

La derecha ha ridiculizado esta forma de hacer política. Consideran que el diálogo ocupa mucho tiempo y les asusta la movilización ciudadana. Es comprensible ya que están acostumbrados al autoritarismo. 

Por otra parte, la Concertación se encuentra perpleja ante esta forma de acción presidencial. Los dieciséis años de acomodamiento a posiciones de poder instalan en la conciencia y en el quehacer un dañino conservadurismo. 

Muchas denuncias y críticas al gobierno anterior han demostrado que la premura por ofrecer soluciones rápidas a la ciudadanía no siempre conllevan eficiencia. Paralelamente, la historia ha demostrado que sin participación y consensos reales los avances no son efectivos sino ficticios. 

El reconocimiento a las demandas estudiantiles, las soluciones propuestas por el gobierno, en diálogo con los estudiantes, y la finalización exitosa del conflicto constituyen la mejor prueba de ello. 

Por lo tanto, aunque los Consejos creados para la reforma previsional y la reforma educacional ocupen más tiempo de lo que muchos quisieran es preferible que las soluciones sean bien pensadas, con la participación de todos los actores, para ser cumplidas a conciencia y cabalmente. 

Nuestro país logrará solucionar sus problemas con la participación decidida de la ciudadanía y, por cierto, con la vitalidad e inteligencia que han mostrado los jóvenes en las últimas semanas. Pero, también la solución de los problemas necesita de un gobierno que promueva, y no frene, el movimiento ciudadano. La Presidenta Bachelet dio prueba de ello durante el conflicto estudiantil, ratificando el discurso que la caracterizó durante su campaña. 

13-06-06

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