El nombramiento del Capitan Raúl Vergara como Subsecretario de Aviacion nos ha provocado un sentimiento de profunda alegría. En primer lugar, porque se ha reconocido a un hombre que a lo largo de toda su vida ha enfrentado las pruebas más difíciles con admirable valentía y firmeza de convicciones, pero sin el menor asomo de soberbia. En segundo lugar, porque ese nombramiento coloca en su lugar a una democracia que se mostraba renuente a reparar las injusticias cometidas contra los militares que se negaron a secundar el golpe de Estado en 1973.
Desde el establecimiento de la democracia, el trabajo de Raúl y de sus camaradas de armas en favor de la restitución de sus derechos ha estado llena de dificultades. Hace muy poco tiempo, pudieron recuperar sus derechos previsionales, luego de un largo periodo de ires y venires y de largas discusiones con autoridades de Gobierno, políticos y militares.
Pero, más difícil aún ha sido la falta de reconocimiento de la democracia chilena al honor militar que significo el comportamiento del Capitan Vergara y de sus compañeros en defensa de
Los militares que en 1973 respetaron
A comienzos de 1990, recién restaurada la democracia en Chile, me visitó Raúl en mi lugar de trabajo en Managua para pedir mi opinión sobre una carta que había preparado para enviar al General Fernando Mathei, en ese momento Comandante en Jefe de
En aquellos momentos la carta de Raúl me pareció una locura y asi se lo representé. Sin embargo, al cabo de los años he entendido perfectamente el significado profundo de esa carta. Su trascendencia ética y su validez práctica. Porque con esa carta el Capitán Vergara mantuvo en alto sus principios y, al mismo tiempo, inició muy tempranamente la lucha de los militares constitucionalistas por recuperar sus derechos.
Con el nombramiento del Capitan Vergara
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