sábado, 20 de noviembre de 2010

Raúl Vergara


El nombramiento del Capitan Raúl Vergara como Subsecretario de Aviacion nos ha provocado un sentimiento de profunda alegría. En primer lugar, porque se ha reconocido a un hombre que a lo largo de toda su vida ha enfrentado las pruebas más difíciles con admirable valentía y firmeza de convicciones, pero sin el menor asomo de soberbia. En segundo lugar, porque ese nombramiento coloca en su lugar a una democracia que se mostraba renuente a reparar las injusticias cometidas contra los militares que se negaron a secundar el golpe de Estado en 1973.



Desde el establecimiento de la democracia, el trabajo de Raúl y de sus camaradas de armas en favor de la restitución de sus derechos ha estado llena de dificultades. Hace muy poco tiempo, pudieron recuperar sus derechos previsionales, luego de un largo periodo de ires y venires y de largas discusiones con autoridades de Gobierno, políticos y militares. 


Pero, más difícil aún ha sido la falta de reconocimiento de la democracia chilena al honor militar que significo el comportamiento del Capitan Vergara y de sus compañeros en defensa de la Constitución en 1973. El nombramiento de Raúl reivindica a ese puñado de militares patrióticos que a costa de inmensos sacrificios prefirieron vivir con honor antes de sumarse a la conjura golpista.


Los militares que en 1973 respetaron la Constitución fueron expulsados de sus instituciones, vejados por sus propios compañeros, condenados por delitos inexistentes y, la mayoría de ellos, debio sufrir el destierro. Mis conversaciones con Raúl, a lo largo de muchos años de amistad, me han permitido comprender el dolor que vivieron los militares democráticos cuando fueron avasallados por sus propias instituciones y éstas se colocaron al margen del poder civil.


A comienzos de 1990, recién restaurada la democracia en Chile, me visitó Raúl en mi lugar de trabajo en Managua para pedir mi opinión sobre una carta que había preparado para enviar al General Fernando Mathei, en ese momento Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea. Con respeto, pero con firmeza, el Capitán Vergara solicitaba su reincorporación a la Fuerza Aérea, la restitución de todos sus derechos y la anulación de todos los cargos por los que había sido condenado, primero a la pena de muerte y luego a la de extrañamiento.


En aquellos momentos la carta de Raúl me pareció una locura y asi se lo representé. Sin embargo, al cabo de los años he entendido perfectamente el significado profundo de esa carta. Su trascendencia ética y su validez práctica. Porque con esa carta el Capitán Vergara mantuvo en alto sus principios y, al mismo tiempo, inició muy tempranamente la lucha de los militares constitucionalistas por recuperar sus derechos.


Con el nombramiento del Capitan Vergara la Presidenta Bachelet ha ratificado su valentía, reparando esa injusticia que significa el olvido. La presencia pública de Raúl nos recordará permanentemente a ese grupo de hombres uniformados que optaron por el honor militar antes que por la traición al pueblo de Chile.

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