martes, 23 de noviembre de 2010

LULA VERSUS BUSH

Existen indicaciones poderosas para sostener que Lula cuenta con una sólida estrategia para impulsar la integración económica de Sudamérica. Varias iniciativas concretas así lo prueban. Han pasado apenas cinco meses de su gobierno y éste ha otorgado suculentos préstamos a Argentina y a Uruguay, para favorecer su recuperación económica; ha instruído al sector público para que privilegie las compras desde los países de la región; ha orientado al Banco de Desarrollo de Brasil para que otorgue financiamiento a proyectos de infraestructura en los países de Sudamérica; y, ha propuesto la conformación de un Espacio de Libre Comercio para esta región, a concretarse a fines del 2003, vale decir antes del ALCA. 

Mientras Cardoso se quedo en el discurso, Lula se tomó la integración en serio.

La estrategia integracionista del nuevo gobierno brasileño abre un camino esperanzador para desafiar la ofensiva hegemónica de Bush que coloca en peligro la autonomía económica, militar, política y cultural de Sudamérica. 

La reciente visita a Brasil del jefe para asuntos comerciales de los Estados Unidos, Robert Zoellick, dejó en evidencia las diferencias sustantivas entre la visión de Bush y la de Lula en el ALCA. Éste es partidario de la negociación en bloque mientras que a Bush le interesa dividir para reinar, teniendo como referencia el TLC con Chile para imponer esos mismos criterios al resto de los países del ALCA. 

Sin embargo, los contenidos del TLC EE.UU.-Chile no son aceptables para Brasil, según señaló su Ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorín. 

Paralelamente, el destacado politólogo Helio Jaguaribe, en entrevista al diario Clarín de Buenos Aires, advertía sobre el accionar económico en la política internacional de Bush: “Nuestros países no corren peligro de ser blanco de invasiones norteamericanas pero sí somos blanco de las operaciones financieras toleradas por nuestra burguesía consular, una suerte de quinta columna norteamericana que tenemos dentro de nuestros países. Estos sectores, vinculados al gran sistema del capital y ligados directa o indirectamente a las multinacionales, prefieren la dependencia de Estados Unidos a tener una patria independiente con una salida propia.”

Los próximos meses estarán marcados por una fuerte lucha entre las concepciones e iniciativas de Bush y de Lula en la región. 

Si el gobierno norteamericano ve en peligro la negociación del ALCA, bajo sus términos y cronograma, recurrirá con toda seguridad a su plan B, que es el de ofrecer acuerdos bilaterales siguiendo el mismo modelo negociado con Chile. Lula, por su parte, persistirá en un camino propio fortaleciendo el Mercosur y apurando un tratado entre este bloque y la Comunidad Andina de Naciones, para avanzar en la integración económica de Sudamérica.

En este cuadro, el aislamiento de Chile de sus países vecinos es preocupante. La suscripción del TLC con Estados Unidos el seis de junio del 2003, la existencia de un gobierno argentino coincidente con las políticas de Lula y los sucesivos conflictos chileno-peruanos anuncian un panorama oscuro en las relaciones vecinales. 

Por tanto, el desafío de la política exterior de Chile será convencer a los vecinos de que sus compromisos económicos con los países industrializados, en particular con los EE.UU, no se han hecho en desmedro de los intereses de Sudamérica. Ello no es facil. Requerirá de gran imaginación pero, también, de iniciativas concretas.

03-05-03

No hay comentarios:

Publicar un comentario