sábado, 20 de noviembre de 2010

Pinochet y la lumpen burguesía


La detención y procesamiento de Lucía Hiriart y de su hijo, Marco Antonio, han puesto las cosas en su lugar: serán juzgados por fraude al Fisco, que es lo mismo que robarle a los chilenos. Es la confirmación de que los años de impunidad no sólo produjeron represión, exilio y muerte, sino también corrupción y robo.


Serán los nietos de Pinochet quienes cargarán con la vergüenza de llevar un apellido que simboliza el crimen y la deshonestidad. Esto no estaba en los cálculos del dictador y su esposa. El que creyó salvar la Patria y se consideró con derecho a matar y enriquecerse a costa del Fisco ha legado a sus descendientes la ignominia. A Moreira, Labbé y Cortés Villa, esto no les importa. Con ciega lealtad a la dictadura mantienen incólume su solidaridad con doña Lucía.


No sucede lo mismo con Lavín, Novoa y Longueira, los que no se aparecen en las horas difíciles a pesar que, junto a Jaime Guzmán, convirtieron a Pinochet en el operador de su proyecto político. Sin embargo, los esfuerzos de la UDI por separar aguas del dictador han resultado infructuosos. Su pérdida de credibilidad parece tener clara correlación con los juicios que le atribuyen a Pinochet responsabilidad directa en crímenes de lesa humanidad, en el asesinato al General Prats y, ahora, en enriquecimiento ilícito y fraude al Fisco.


Así las cosas, la derecha, y especialmente los gremialistas, se darán cuenta hoy día que no ganaron con el golpe de Estado ni con el apoyo que le prestaron al régimen militar. Los beneficios económicos que les otorgó el poder, las arbitrariedades que incorporaron a la Constitución del 80 para obtener una mayor representación parlamentaria y el apoyo de la prensa, no les han servido para ganar el reconocimiento de la ciudadanía y les ha cerrado las puertas a la presidencia. ¡Cuán arrepentidos estarán de sus compromisos con Pinochet!


Las Fuerzas Armadas tampoco ganaron con el derrocamiento de Allende. El buque escuela Esmeralda, lugar de tortura en 1973, sufre violentas protestas cada vez que recala en puertos lejanos. Carabineros de Chile, recién ha recuperado su prestigio ante la ciudadanía, aunque sus mismos funcionarios se averguenzan de los degollamientos de Natino, Parada y Guerrero.


La Fuerza Aérea, no despliega con orgullo los nombres de los pilotos que bombardearon La Moneda y oculta el de los torturadores del General Bachelet y del Capitán Vergara. El General Cheyre, ha debido potenciar todas sus energías y sabiduría para retomar el camino institucional del Ejército. Muchos militares pensarán, ahora, que no valió la pena arruinar el prestigio de las instituciones armadas para enfrentar una guerra inexistente y sostener un gobierno corrupto.


Al final de cuentas, la rueda de la historia convirtió en perdedores a la derecha política, a los militares y a la familia Pinochet. En realidad, de todos los conjurados contra Salvador Allende, los únicos que de verdad ganaron fueron los hoy grandes empresarios.


El gobierno militar, según el reciente Informe de Privatizaciones, de la Cámara de Diputados, permitió que, a precio vil y con elevada pérdida fiscal, se entregaran bancos, empresas y tierras agrícolas del sector público a los empresarios que complotaron contra Allende e hizo posible que personas como Yuraseck, Ponce Lerou y Andraca, se convirtieran de la nada en grandes señores. A ellos, el golpe de 1973 sí les sirvió. Además de las privatizaciones, acumularon fortunas gracias a un modelo económico construido a su medida, sin oposición, con sindicatos ilegalizados y con prensa uniformada.


Ahora, en democracia, sin cambios en el modelo económico, han acrecentado sus ganancias y sigue siendo determinante su influencia en el poder político


11-08-05

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