La detención y procesamiento de Lucía Hiriart y de su hijo, Marco Antonio, han puesto las cosas en su lugar: serán juzgados por fraude al Fisco, que es lo mismo que robarle a los chilenos. Es la confirmación de que los años de impunidad no sólo produjeron represión, exilio y muerte, sino también corrupción y robo.
Serán los nietos de Pinochet quienes cargarán con la vergüenza de llevar un apellido que simboliza el crimen y la deshonestidad. Esto no estaba en los cálculos del dictador y su esposa. El que creyó salvar
No sucede lo mismo con Lavín, Novoa y Longueira, los que no se aparecen en las horas difíciles a pesar que, junto a Jaime Guzmán, convirtieron a Pinochet en el operador de su proyecto político. Sin embargo, los esfuerzos de
Así las cosas, la derecha, y especialmente los gremialistas, se darán cuenta hoy día que no ganaron con el golpe de Estado ni con el apoyo que le prestaron al régimen militar. Los beneficios económicos que les otorgó el poder, las arbitrariedades que incorporaron a
Las Fuerzas Armadas tampoco ganaron con el derrocamiento de Allende. El buque escuela Esmeralda, lugar de tortura en 1973, sufre violentas protestas cada vez que recala en puertos lejanos. Carabineros de Chile, recién ha recuperado su prestigio ante la ciudadanía, aunque sus mismos funcionarios se averguenzan de los degollamientos de Natino, Parada y Guerrero.
Al final de cuentas, la rueda de la historia convirtió en perdedores a la derecha política, a los militares y a la familia Pinochet. En realidad, de todos los conjurados contra Salvador Allende, los únicos que de verdad ganaron fueron los hoy grandes empresarios.
El gobierno militar, según el reciente Informe de Privatizaciones, de
Ahora, en democracia, sin cambios en el modelo económico, han acrecentado sus ganancias y sigue siendo determinante su influencia en el poder político
11-08-05
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